sábado, marzo 17, 2007

Lo que usted diga mademoiselle



Aquella mañana podádose había el césped.
Regadas las flores, salieron a pasear contentas.
Aquella dama de labios impenetrables, se condujo con soltura, contenta con las flores y todo en órden. Quería jugar a Titanic. Su sonrisa y los cantos que iba sembrando, dejaban admirados a quién los oía. Según plan, había tiempo hasta que los coches despertaran y los borrachos ya estuvieran muertos, dormidos o en alguna celda delegacional (post alcoholímetro). La verdad es cruda.

Sí. Sin embargo, dicen que la historia, aquel día, comenzó a las cuatro, pero yo sé que fué a las cinco con casi cuarenta minutos. Depende de la latitud, sin duda. Los brazos agotados, descendieron desde Santa Fe hasta Polanco.
Pero había una razón. El destino eligiría, que aquel día la dama cruzara camino con aquél que no lo había podado como debe. Eso no importó. Después de unas 11 horas, él se encontraba volando topes que no sabía que existían.
Sin razón aparente, entró la mañana del día de San Patricio.

Impacientándose, porque no llegaba su hermana, esperó sin camisa escribiendo en su cuarto cosas en su blog.
Lo acabo de ver y sigue esperando.

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